Habitantes
Este eje se caracteriza por recordar, crear memoria y evidenciar el trabajo de los principales actores sociales, familias y personajes que habitaron y habitan el barrio.
Familias
Los grupos familiares como entes sociales construyen comunidades, en el caso del barrio Las Ferias aún existen familias residentes desde hace más de 50 años, este subtema mostrará los perfiles de estos primeros habitantes, que han aportado al acumulado social que define al barrio.
La primeras familias
Obreros y campesinos compraron lotes en La Hacienda La Esperanza y poco a poco fueron construyendo un patrimonio familiar que heredaron sus hijos. Estas personas provenían de Boyacá, de municipios como Firabitoba, Chiquinquirá, Sorá, Ramiriquí, Pesca, Iza, Turmequé, Santa rosa de Viterbo, Tuta, Sáchica y Ciénaga. También llegaron muchas personas de los siguientes municipios de Cundinamarca: Facatativá, Chocontá, Guatavita, Nemmocón, Sesquilé, Lenguazaque, Tocancipá, Ubaté, Madrid entre otros. (Garzón, 2008: 20). Otros ya estaban establecidos en Bogotá y vieron en estos terrenos la posibilidad de progresar.
Algunos eran líderes de sus comunidades que se vieron amenazados por la violencia política que azotaba los municipios rurales. También gentes humildes que tuvieron que vender sus tierras porque la situación económica ya no era sostenible. Estas familias por lo general eran numerosas. Los padres se desempeñan en diversas labores para sobrevivir: vendedores, obreros, empleadas domésticas, choferes.
A continuación se exponen los apellidos de algunos de los fundadores del barrio: Guachetá, Navarrete Quevedo, Torres, Cárdenas, Sierra, Casallas, Olarte, Sutachan, Acero, Camacho, López, Sánchez Bustos, Duitama Borda, Niño, Velandia, Hernández, Sierra Florez, Gonzalez, Armanza, Moreno.
Sentido de pertenencia
Los padres y madres, que llegaron con poco, construyeron con sudor y responsabilidad un barrio digno para sus hijos. Como es esperable, el sentimiento de orgullo por el barrio era fuerte y su participación en la vida social y cultural del barrio era muy activa.
Con el paso del tiempo se dio un progreso en las condiciones sociales de las generaciones que sucedieron a los fundadores: tuvieron una buena educación y se volvieron profesionales. Desafortunadamente, como lo expresaron algunos habitantes del barrio, estas nuevas generaciones fueron perdiendo el sentido de pertenencia:
Cuando murió mi mami, mis hermanos como eran profesionales ellos no quisieron que se hicieran las exequias aquí en Ferias siendo que ellos fueron fundadores del barrio. Y no, que porque mi hermano ya era un arquitecto y el otro era un contador... que no que eso les daba pena y le dije yo no... pero como en esa época los que disponían son los hermanos mayores, pues ellos fue los que impusieron y casi mucha gente no se enteró cuando mi mami ni mi papi murió. (Asistente al Taller de Mandalas)
Actualmente, muchos de esos fundadores se han muerto o han salido del barrio. Las costumbres que se gestaron a la par con la construcción del barrio se fueron perdiendo.
La primeras familias
Obreros y campesinos compraron lotes en La Hacienda La Esperanza y poco a poco fueron construyendo un patrimonio familiar que heredaron sus hijos. Estas personas provenían de Boyacá, de municipios como Firabitoba, Chiquinquirá, Sorá, Ramiriquí, Pesca, Iza, Turmequé, Santa rosa de Viterbo, Tuta, Sáchica y Ciénaga. También llegaron muchas personas de los siguientes municipios de Cundinamarca: Facatativá, Chocontá, Guatavita, Nemmocón, Sesquilé, Lenguazaque, Tocancipá, Ubaté, Madrid entre otros. (Garzón, 2008: 20). Otros ya estaban establecidos en Bogotá y vieron en estos terrenos la posibilidad de progresar.
Algunos eran líderes de sus comunidades que se vieron amenazados por la violencia política que azotaba los municipios rurales. También gentes humildes que tuvieron que vender sus tierras porque la situación económica ya no era sostenible. Estas familias por lo general eran numerosas. Los padres se desempeñan en diversas labores para sobrevivir: vendedores, obreros, empleadas domésticas, choferes.
A continuación se exponen los apellidos de algunos de los fundadores del barrio: Guachetá, Navarrete Quevedo, Torres, Cárdenas, Sierra, Casallas, Olarte, Sutachan, Acero, Camacho, López, Sánchez Bustos, Duitama Borda, Niño, Velandia, Hernández, Sierra Florez, Gonzalez, Armanza, Moreno.
Sentido de pertenencia
Los padres y madres, que llegaron con poco, construyeron con sudor y responsabilidad un barrio digno para sus hijos. Como es esperable, el sentimiento de orgullo por el barrio era fuerte y su participación en la vida social y cultural del barrio era muy activa.
Con el paso del tiempo se dio un progreso en las condiciones sociales de las generaciones que sucedieron a los fundadores: tuvieron una buena educación y se volvieron profesionales. Desafortunadamente, como lo expresaron algunos habitantes del barrio, estas nuevas generaciones fueron perdiendo el sentido de pertenencia:
Cuando murió mi mami, mis hermanos como eran profesionales ellos no quisieron que se hicieran las exequias aquí en Ferias siendo que ellos fueron fundadores del barrio. Y no, que porque mi hermano ya era un arquitecto y el otro era un contador... que no que eso les daba pena y le dije yo no... pero como en esa época los que disponían son los hermanos mayores, pues ellos fue los que impusieron y casi mucha gente no se enteró cuando mi mami ni mi papi murió. (Asistente al Taller de Mandalas)
Actualmente, muchos de esos fundadores se han muerto o han salido del barrio. Las costumbres que se gestaron a la par con la construcción del barrio se fueron perdiendo.
Oficios
Este subtema evidenciará antiguos oficios que durante años fueron base fundamental en la construcción de comunidad en el barrio. El sobandero, la partera, el médico, el sacerdote, entre muchos más, que son parte del imaginario social.
Las Ferias, barrio obrero y trabajador
Como otros barrios obreros en Bogotá, Las Ferias ha sido morada de personas trabajadoras que se desempeñaban en un sin fin de oficios: empleadas domésticas, costureras, choferes, albañiles, mecánicos y muchos más. Algunos eran empleados de empresas públicas y tenían experiencia en la construcción de obras de servicios básicos domiciliarios. Además de sostener a sus familias, fueron estos obreros quienes aportaron su tiempo, esfuerzo y su conocimiento en la instalación de alcantarillados, redes eléctricas, la pavimentación de vías y la construcción de espacios comunales.
Los oficios de realizar el aseo, asistir el nacimiento de los bebés, coser y tejer eran ejercidos predominantemente por las mujeres. Mercedes Barrera, que llegó en el año 65 al barrio, cuenta que trabajó en una industria de vidrio como barrendera. Tenía que recoger las esquirlas que caían de las máquinas que fabricaban tubos de ensayo y otros objetos de vidrio:
Entonces el dueño no quería que hubiera pedazos al pie de las máquinas entonces a mí me tocaba barrer.... sí, todo ese vidrio... eso saltaban me cortaban me picaban los brazos... si no en esa época pues sufrí de unas manchas muy malucas en la cara.... pero tuve la suerte de que el seguro...como ahí me daban seguro entonces conseguí un medico mas bueno. (Mercedes Barrera).
Luego trabajó como rematadora en una empresa que proveía los uniformes a empresas estatales. Ahí una colega le enseñó a usar la máquina de coser.
El cuidado de la salud
En un barrio con tantas carencias, entre estas la falta de servicios de salud, las personas dedicadas a cuidar la salud fueron figuras muy queridas por la comunidad. Es común escuchar hablar sobre los médicos del barrio, el boticario, las parteras y las sobanderas. Todos estos oficios se asocian con un espíritu servicial, su sentido de responsabilidad y de compromiso con el bienestar del prójimo.
El doctor Argote (Enrique), el doctor Briceño (Gustavo) y el doctor Arenas están presentes en muchas historias. Como lo expresó Julio César Amado: “Todo el mundo tenía que ver con ellos”. Eran profesionales a los que siempre se podía acudir en busca de la atención médica que a veces no podían conseguir por otros medios:
Bueno yo como ya empecé a trabajar entonces ya me dieron el seguro social... entonces ya me.... bueno, mis hermanos también ya tenían su seguro social... mi madre cuando se nos enfermaba entonces sí nos tocaba llevarla al médico, el médico era el doctor Argote era el que la trataba. (Mercedes Barrera).
Entonces por la tarde yo llevé las cobijitas, llevé todas las cositas pa’ traermela... y me la traje y la pasé al doctor Briceño. Y él la vio y dijo: ‘No mija! ¡Pero como usted hace milagros! Yo no sé pero yo no le veo que esa bebé se le vaya a crecer… ¡está muy pequeñita¡'. Dijo: ‘si algo se le ofrece a la hora que se le ofrezca, me llama!’. Le dije: ‘bueno, doctor’. (Cecilia López)
En el barrio hubo varias mujeres que asistieron los nacimientos de sus habitantes. Ser partera es un oficio difícil que requiere de sacrificio. Como lo cuenta Cecilia López, partera del barrio, no importa si era de día o de noche, si llovía o hacía sol, la partera tenía que responder al llamado de una madre en trabajo de parto.
Bueno, luego ya entonces empecé a trabajar aquí en el barrio. Ya empezó la gente a conocerme ya salía a inyectar, salía a poner sueros...a recibir bebes, de día, de noche... aunque fuera… como eran potreros... esto estaba todo sin edificar. Esa casa, una que donde es ahora los... el conjunto ése los… Los Girasoles. Ahí había una casa grande que era donde vivía el que vendía los lotes. No había tantas casas, era tal cual la casita que había. Ya entonces yo salía a trabajar aquí y allá al Boyacá, al Santa Rosa… como todo eso eran potreros, nos tocaba por los potreros. Si (caminar) de día y de noche... cuando tocaban los partos de noche, le tocaba a uno con el que viniera a recogerlo irse... y a veces de para acá venirse uno sólo. Sí, y de noche. Bueno, ya entonces... ya como que la vida me fue cambiando ya me quedé aquí en el barrio y ya no volví a trabajar a la clínica. (Cecilia López).
Cecilia López calcula que ayudó a nacer a 600 niños fuera y dentro del barrio. Estuvo ahí para los vecinos, amigos y desconocidos. Su conocimientos y su tenacidad le ayudaron a salvar la vida de su propia hija, que nació prematura y sobrevivió gracias al maíz poro tostado que le proporcionó el calor suficiente para sobrevivir.
Cecilia López: Y ...bien mi niña la traje y ya como le tenía la camita lista yo tostaba maíz poro y lo echaba en un talego de esos que habían de arena... caliente y la metía ahí entre… la costaba encima de ese maíz y por encima las bolsas. Y así le daba de comer y empecé a darle teterito y a arrullarla y a consentirla....y ahí esta!
Carmen: Y ¿Cuánto tiempo duró así?
Cecilia López: No, mija duré como 2 meses y cuando la volví a llevar al seguro entonces me dijo la doctora: ‘¿y esta era la prematura? Dije sí, doctora. Dijo: '¡No! Pero de prematura si no tiene nada esa china’... le daba risa. Decía: ‘¿y usted cómo cuidó esa niña?’ Le dije, Ay, doctora ¡yo no sé! Empecé a contar y a ella le daba risa. ‘Esas mamás modernas’.
Muchas veces, como ella misma lo dice, no obtenía ningún dinero a cambio de su trabajo:
Carmen: La última pregunta ¿el oficio de ser partera qué te dejó?
Cecilia López: Bueno, Muchas cosas. Porque aprende uno a servirle a otra persona que ni lo conoce ni sabe quién es. Si le pagó, le pagó, si no le pagó también. Ya uno mejor dicho uno se acostumbra a servir sin interés. A servirle a otra persona sin esperar que esta persona le va a... si quiso pagarle bien y si no también. Eso lo que ya ha hecho ¿uno qué puede hacer?
Carmen: ¿Me imagino que también la gratitud de haber ayudado?
Cecilia López: El consuelo de uno que uno queda como tranquilo de haber servido a otra persona que a veces ni la conoce ni sabe quién es.
Además de Cecilia López, las parteras del barrio fueron “María Gómez, Cecilia Novoa, María Jesús, Alicia, Clara, Anita de Rojas y Guita” (Garzón, 2008). Al igual que las sobanderas y las conocedoras de las remedios de plantas, este trabajo era ejercido predominantemente por mujeres.
Religiosos y educadores
Los sacerdotes y hermanas son referentes importantes para los habitantes del barrio Las Ferias. Con su liderazgo contribuyeron a la construcción de templos y escuelas. Además de todas las tareas inherentes a los oficios religiosos, como confesar a los devotos, dar la misa y dictar catequesis, los grupos religiosos se preocuparon por construir tejido social e integrar a las personas alrededor de lo comunitario.
Las Ferias, barrio obrero y trabajador
Como otros barrios obreros en Bogotá, Las Ferias ha sido morada de personas trabajadoras que se desempeñaban en un sin fin de oficios: empleadas domésticas, costureras, choferes, albañiles, mecánicos y muchos más. Algunos eran empleados de empresas públicas y tenían experiencia en la construcción de obras de servicios básicos domiciliarios. Además de sostener a sus familias, fueron estos obreros quienes aportaron su tiempo, esfuerzo y su conocimiento en la instalación de alcantarillados, redes eléctricas, la pavimentación de vías y la construcción de espacios comunales.
Los oficios de realizar el aseo, asistir el nacimiento de los bebés, coser y tejer eran ejercidos predominantemente por las mujeres. Mercedes Barrera, que llegó en el año 65 al barrio, cuenta que trabajó en una industria de vidrio como barrendera. Tenía que recoger las esquirlas que caían de las máquinas que fabricaban tubos de ensayo y otros objetos de vidrio:
Entonces el dueño no quería que hubiera pedazos al pie de las máquinas entonces a mí me tocaba barrer.... sí, todo ese vidrio... eso saltaban me cortaban me picaban los brazos... si no en esa época pues sufrí de unas manchas muy malucas en la cara.... pero tuve la suerte de que el seguro...como ahí me daban seguro entonces conseguí un medico mas bueno. (Mercedes Barrera).
Luego trabajó como rematadora en una empresa que proveía los uniformes a empresas estatales. Ahí una colega le enseñó a usar la máquina de coser.
El cuidado de la salud
En un barrio con tantas carencias, entre estas la falta de servicios de salud, las personas dedicadas a cuidar la salud fueron figuras muy queridas por la comunidad. Es común escuchar hablar sobre los médicos del barrio, el boticario, las parteras y las sobanderas. Todos estos oficios se asocian con un espíritu servicial, su sentido de responsabilidad y de compromiso con el bienestar del prójimo.
El doctor Argote (Enrique), el doctor Briceño (Gustavo) y el doctor Arenas están presentes en muchas historias. Como lo expresó Julio César Amado: “Todo el mundo tenía que ver con ellos”. Eran profesionales a los que siempre se podía acudir en busca de la atención médica que a veces no podían conseguir por otros medios:
Bueno yo como ya empecé a trabajar entonces ya me dieron el seguro social... entonces ya me.... bueno, mis hermanos también ya tenían su seguro social... mi madre cuando se nos enfermaba entonces sí nos tocaba llevarla al médico, el médico era el doctor Argote era el que la trataba. (Mercedes Barrera).
Entonces por la tarde yo llevé las cobijitas, llevé todas las cositas pa’ traermela... y me la traje y la pasé al doctor Briceño. Y él la vio y dijo: ‘No mija! ¡Pero como usted hace milagros! Yo no sé pero yo no le veo que esa bebé se le vaya a crecer… ¡está muy pequeñita¡'. Dijo: ‘si algo se le ofrece a la hora que se le ofrezca, me llama!’. Le dije: ‘bueno, doctor’. (Cecilia López)
En el barrio hubo varias mujeres que asistieron los nacimientos de sus habitantes. Ser partera es un oficio difícil que requiere de sacrificio. Como lo cuenta Cecilia López, partera del barrio, no importa si era de día o de noche, si llovía o hacía sol, la partera tenía que responder al llamado de una madre en trabajo de parto.
Bueno, luego ya entonces empecé a trabajar aquí en el barrio. Ya empezó la gente a conocerme ya salía a inyectar, salía a poner sueros...a recibir bebes, de día, de noche... aunque fuera… como eran potreros... esto estaba todo sin edificar. Esa casa, una que donde es ahora los... el conjunto ése los… Los Girasoles. Ahí había una casa grande que era donde vivía el que vendía los lotes. No había tantas casas, era tal cual la casita que había. Ya entonces yo salía a trabajar aquí y allá al Boyacá, al Santa Rosa… como todo eso eran potreros, nos tocaba por los potreros. Si (caminar) de día y de noche... cuando tocaban los partos de noche, le tocaba a uno con el que viniera a recogerlo irse... y a veces de para acá venirse uno sólo. Sí, y de noche. Bueno, ya entonces... ya como que la vida me fue cambiando ya me quedé aquí en el barrio y ya no volví a trabajar a la clínica. (Cecilia López).
Cecilia López calcula que ayudó a nacer a 600 niños fuera y dentro del barrio. Estuvo ahí para los vecinos, amigos y desconocidos. Su conocimientos y su tenacidad le ayudaron a salvar la vida de su propia hija, que nació prematura y sobrevivió gracias al maíz poro tostado que le proporcionó el calor suficiente para sobrevivir.
Cecilia López: Y ...bien mi niña la traje y ya como le tenía la camita lista yo tostaba maíz poro y lo echaba en un talego de esos que habían de arena... caliente y la metía ahí entre… la costaba encima de ese maíz y por encima las bolsas. Y así le daba de comer y empecé a darle teterito y a arrullarla y a consentirla....y ahí esta!
Carmen: Y ¿Cuánto tiempo duró así?
Cecilia López: No, mija duré como 2 meses y cuando la volví a llevar al seguro entonces me dijo la doctora: ‘¿y esta era la prematura? Dije sí, doctora. Dijo: '¡No! Pero de prematura si no tiene nada esa china’... le daba risa. Decía: ‘¿y usted cómo cuidó esa niña?’ Le dije, Ay, doctora ¡yo no sé! Empecé a contar y a ella le daba risa. ‘Esas mamás modernas’.
Muchas veces, como ella misma lo dice, no obtenía ningún dinero a cambio de su trabajo:
Carmen: La última pregunta ¿el oficio de ser partera qué te dejó?
Cecilia López: Bueno, Muchas cosas. Porque aprende uno a servirle a otra persona que ni lo conoce ni sabe quién es. Si le pagó, le pagó, si no le pagó también. Ya uno mejor dicho uno se acostumbra a servir sin interés. A servirle a otra persona sin esperar que esta persona le va a... si quiso pagarle bien y si no también. Eso lo que ya ha hecho ¿uno qué puede hacer?
Carmen: ¿Me imagino que también la gratitud de haber ayudado?
Cecilia López: El consuelo de uno que uno queda como tranquilo de haber servido a otra persona que a veces ni la conoce ni sabe quién es.
Además de Cecilia López, las parteras del barrio fueron “María Gómez, Cecilia Novoa, María Jesús, Alicia, Clara, Anita de Rojas y Guita” (Garzón, 2008). Al igual que las sobanderas y las conocedoras de las remedios de plantas, este trabajo era ejercido predominantemente por mujeres.
Religiosos y educadores
Los sacerdotes y hermanas son referentes importantes para los habitantes del barrio Las Ferias. Con su liderazgo contribuyeron a la construcción de templos y escuelas. Además de todas las tareas inherentes a los oficios religiosos, como confesar a los devotos, dar la misa y dictar catequesis, los grupos religiosos se preocuparon por construir tejido social e integrar a las personas alrededor de lo comunitario.
Personajes
En toda comunidad han existido y existirán personajes que con sus actividades enriquecen el acervo cultural, este subtema investigará los personajes que son icónicos del barrio, sus anécdotas, sus historias y la razón por la cual su nombre es emblemático en la historia barrial.
Padre Zacarías Alcate
Este Agustino Recoleto, de origen español, es recordado por su mal humor y su espíritu servicial: “Era alto, delgado, serio y malgeniado, pero siempre servicial con quienes le solicitaban ayuda.” (Garzón, 2008: 48). A él se le atribuye haber liderado e impulsado la construcción de la Parroquia San Joaquín. Organizó acciones colaborativas como la venta y donación de ladrillos para la construcción del templo. Llegó al barrio en el año 1958 y sirvió durante 23 años.
El Padre, el padre Zacarías que fue el que... creo que él fue el que construyó la iglesia de acá. Yo cuando estaba en tercero de primaria, nos tocaba llevar un ladrillo... o sea, cada niño llevaba un ladrillo... y de todos los colegios... había un colegio que se llamaba Rufino Cuervo eh… de las escuelas también la gente colaboraba... todo el mundo, era una donación de un ladrillo para construir la iglesia. (Julio César Amado).
Fabriciano Albarracín
Fabriciano Albarracín era “un señor gordo, gordo, gordo que tocaba el saxo, él tenía una banda de música pues que era con saxofón, las cornetas... no era orquesta, era una banda... se llamaba banda, ¡y ese señor celebraba todo!”(Julio César Amado). Tenía un negocio, La Miscelánea, donde vendía toda clase de productos. Además se ingenió un sistema de carbón para calentar el agua y alquilaba el servicio de baño con agua caliente a muchas personas de Las Ferias y de otros barrios a pesar de ser caro.
Es recordado como un personaje importante en la dinamización de la actividad social y cultural del barrio. Junto con otros vecino, Albarracín organizó un reinado para recolectar fondos destinados a la adquisición de estatua de la Virgen del Carmen. Esta imagen fue instalada en el parque del Triángulo y desde ese momento se celebró el día de la Virgen del Carmen.
Dentro de las actividades que organizaba, como si fuera poco, el señor Albarracín también incursionó en la política: perteneció a la Alianza Nacional Popular y fue diputado del departamento de Cundinamarca.
Don Ismaelito, el primer boticario del barrio.
Recordado como una persona bondadosa, a cambio de sus productos recibía lo que el cliente voluntariamente quisiera darle.
El vendedor de purgantes
Vendía sus productos en un carrito que ubicaba en el parque principal. “Tenía un frasco donde exhibía las lombrices y otros parásitos” (Garzón, 2008: 49).
Eudocia de Zambrani, la lechera
Su negocio quedaba en la calle 77 entre carreras 60 y 61. La leche, pura y sin pasteurizar, se la traían en un camión que pasaba a las 2 de la mañana con las cantinas de aluminio, pitaba y hacía ruido para despertar a la lechera. Sus hijas repartían la leche donde les pedían y se ponían un delantal blanco.
Don Pablito “El Zapatero”
Elaboraba zapatos en cuero y charol a la medida de los clientes. Su negocio quedaba en la carrera 60 con calle 77. A veces quedaban muy ajustados pero él sabía cómo empujarlos y entrar al pie. Para vender sus zapatos convencía al cliente de que le quedaban muy bonitos. También tenía una cuentería: los niños iban a alquilar cuentos y a comer dulces. Pablito era muy cariñoso.
Dona Jovita, la peluquera del barrio
A su salón de belleza acudían las mujeres y niñas del barrio para arreglarse en ocasiones especiales como primeras comuniones, matrimonios. El salón de belleza quedaba en la calle 76 con 61. El padre de Jovita vendía gasolina en canecas al lado de su salón de belleza. Cuando murió a los habitantes les tocaba ir a la bomba.
Doña Anita, la vendedora de aguacates
Tenía 8 hijos. Cargaba los aguacates en una carretilla metálica. Se sentaba en el parque principal, en el parque principal con su carretilla y un butaquito. Quedaba al frente de una carnicería de un señor llamado Jalisco. Al terminar la jornada de trabajo regresaba caminando a su casa pero antes hacía varias paradas para tomar cerveza y conversar: un paradero lo hacía en la tienda donde su amiga Agripin. Luego de tomar cerveza Andina o Dorada, la señora se iba a su siguiente parada: la tienda de Argentina. Se tomaba otras cervezas, se encontraba con su esposo José Gabriel, que también tomaba cerveza y conversaban.
La señora de las cucharas de madera
Era de Ramiriquí y de allá traía sus productos. Vestía como campesina y por el tono de sus prendas, parecía una viuda: usaba un pantalón negro o un “vestido de tren” que dejaba ver sus enaguas, un sombrero negro que sostenían sus cabellos y alpargatas del mismo color. Tenía la piel blanca y colorada, era robusta.
Los productos los transportaba en canastos que se colgaba de la cabeza con un lazo y otros dos en los brazos. Recorría el barrio gritando “¡cucharas, cucharones, monenillos, colgadores, cedazos, estropajos!”.(Garzón, 2008).
El señor Méndez: negocio de abarrotes (calle 78 entre las carrera 61 y 62)
“El señor Méndez era muy amable, respetuoso y atento con sus clientes. Fue una persona muy querida en el barrio Las Ferias por su forma de ser” (Garzón, 2008: 52). Parecía un indígena. Era moreno y muy alto, manos grandes y pies anchos. Se vestía con un sombrero café y un pantalón café que le quedaba tan corto que se le veían los talones. Usaba una camisa oscura y encima una blusa de jean color café, larga, que parecía un abrigo. Vendía granos, velas de sebo, lazos, cucharas de madera, comida de gallinas, alcohol, petróleo, alpargatas etc.
Otros personajes
Cuando el parque todavía era un espacio para la diversión de todos, los niños iban a jugar en unas atracciones que estaban cerradas con cadenas. El señor Rodríguez era un policía que se encargaba de abrir los juegos y de controlar la entrada:
Por ejemplo el parque las ferias tan grande y tan bonito que era, lleno de árboles y chévere era, sembradas las matas. Venía un policía que se llamaba el señor Rodríguez, no me acuerdo qué días era que él venía, pero él venía por las tardes, abría... los juegos eran con cadenas y les quitaba la cadena y todo el mundo hacía fila y montaban en columpio, las balanzas...en la rueda…el rodadero, nadie peleaba con nadie” (Julio César Amado).
Personajes famosos o reconocidos fuera del barrio
Álvaro Gómez pasó de ser un niño que jugaba con balón de cuero en las calles del barrio Las Ferias, a pertenecer a equipos de fútbol profesional como Millonarios y Once Caldas. Entrenó en el Fostra (las 12 canchas de fútbol que quedaban en los potreros donde hoy es Metrópolis), luego pasó a las divisiones infantiles y juveniles y finalmente debutó contra el Junior en 1975. (Garzón, 2008: 54).
Fue asesinado el domingo 6 de abril de 1977 a la edad de 26 años. Antes de aparecer con varios disparos, había estado con el Enano, a quien el mismo Álvaro había acusado de ser el autor de un robo que había sucedido en su casa tiempo atrás:
A él lo mataron porque cuando el Club de Millonarios era aquí por la 80, en la... en La Palestina, a él se le metieron los ladrones y lo robaron...o sea, le robaron la sudadera, le robaron unos zapatos... ¡bobadas! Pero él sabía quién era, quién había sido y un día se los encontró y los trató mal y entonces que no, que Alvarito que nosotros espere... y les dio confianza, se emborracharon y lo mataron. (Julio César Amado).
Fue velado en la parroquia San Joaquín. Mucha gente asistió al entierro; los jóvenes faltaron a la escuela y había tanta gente que hasta se subían en los árboles poder ver. (Garzón, 2008; 54).
Otros personajes que eran del barrio y alcanzaron grandes logros fueron: Alberto Ruiz, El Novillero del año, Julio César Herrera, el conocido Fredy de la telenovela Betty la Fea y Omar Zapata, el Ciclista “que inclusive ahí en el Salón Social -se llamaba Salón Social Las Ferias- hacían fiestas para mandarle plata cuando estaba en la vuelta a Colombia.” (Julio César Amado).
Padre Zacarías Alcate
Este Agustino Recoleto, de origen español, es recordado por su mal humor y su espíritu servicial: “Era alto, delgado, serio y malgeniado, pero siempre servicial con quienes le solicitaban ayuda.” (Garzón, 2008: 48). A él se le atribuye haber liderado e impulsado la construcción de la Parroquia San Joaquín. Organizó acciones colaborativas como la venta y donación de ladrillos para la construcción del templo. Llegó al barrio en el año 1958 y sirvió durante 23 años.
El Padre, el padre Zacarías que fue el que... creo que él fue el que construyó la iglesia de acá. Yo cuando estaba en tercero de primaria, nos tocaba llevar un ladrillo... o sea, cada niño llevaba un ladrillo... y de todos los colegios... había un colegio que se llamaba Rufino Cuervo eh… de las escuelas también la gente colaboraba... todo el mundo, era una donación de un ladrillo para construir la iglesia. (Julio César Amado).
Fabriciano Albarracín
Fabriciano Albarracín era “un señor gordo, gordo, gordo que tocaba el saxo, él tenía una banda de música pues que era con saxofón, las cornetas... no era orquesta, era una banda... se llamaba banda, ¡y ese señor celebraba todo!”(Julio César Amado). Tenía un negocio, La Miscelánea, donde vendía toda clase de productos. Además se ingenió un sistema de carbón para calentar el agua y alquilaba el servicio de baño con agua caliente a muchas personas de Las Ferias y de otros barrios a pesar de ser caro.
Es recordado como un personaje importante en la dinamización de la actividad social y cultural del barrio. Junto con otros vecino, Albarracín organizó un reinado para recolectar fondos destinados a la adquisición de estatua de la Virgen del Carmen. Esta imagen fue instalada en el parque del Triángulo y desde ese momento se celebró el día de la Virgen del Carmen.
Dentro de las actividades que organizaba, como si fuera poco, el señor Albarracín también incursionó en la política: perteneció a la Alianza Nacional Popular y fue diputado del departamento de Cundinamarca.
Don Ismaelito, el primer boticario del barrio.
Recordado como una persona bondadosa, a cambio de sus productos recibía lo que el cliente voluntariamente quisiera darle.
El vendedor de purgantes
Vendía sus productos en un carrito que ubicaba en el parque principal. “Tenía un frasco donde exhibía las lombrices y otros parásitos” (Garzón, 2008: 49).
Eudocia de Zambrani, la lechera
Su negocio quedaba en la calle 77 entre carreras 60 y 61. La leche, pura y sin pasteurizar, se la traían en un camión que pasaba a las 2 de la mañana con las cantinas de aluminio, pitaba y hacía ruido para despertar a la lechera. Sus hijas repartían la leche donde les pedían y se ponían un delantal blanco.
Don Pablito “El Zapatero”
Elaboraba zapatos en cuero y charol a la medida de los clientes. Su negocio quedaba en la carrera 60 con calle 77. A veces quedaban muy ajustados pero él sabía cómo empujarlos y entrar al pie. Para vender sus zapatos convencía al cliente de que le quedaban muy bonitos. También tenía una cuentería: los niños iban a alquilar cuentos y a comer dulces. Pablito era muy cariñoso.
Dona Jovita, la peluquera del barrio
A su salón de belleza acudían las mujeres y niñas del barrio para arreglarse en ocasiones especiales como primeras comuniones, matrimonios. El salón de belleza quedaba en la calle 76 con 61. El padre de Jovita vendía gasolina en canecas al lado de su salón de belleza. Cuando murió a los habitantes les tocaba ir a la bomba.
Doña Anita, la vendedora de aguacates
Tenía 8 hijos. Cargaba los aguacates en una carretilla metálica. Se sentaba en el parque principal, en el parque principal con su carretilla y un butaquito. Quedaba al frente de una carnicería de un señor llamado Jalisco. Al terminar la jornada de trabajo regresaba caminando a su casa pero antes hacía varias paradas para tomar cerveza y conversar: un paradero lo hacía en la tienda donde su amiga Agripin. Luego de tomar cerveza Andina o Dorada, la señora se iba a su siguiente parada: la tienda de Argentina. Se tomaba otras cervezas, se encontraba con su esposo José Gabriel, que también tomaba cerveza y conversaban.
La señora de las cucharas de madera
Era de Ramiriquí y de allá traía sus productos. Vestía como campesina y por el tono de sus prendas, parecía una viuda: usaba un pantalón negro o un “vestido de tren” que dejaba ver sus enaguas, un sombrero negro que sostenían sus cabellos y alpargatas del mismo color. Tenía la piel blanca y colorada, era robusta.
Los productos los transportaba en canastos que se colgaba de la cabeza con un lazo y otros dos en los brazos. Recorría el barrio gritando “¡cucharas, cucharones, monenillos, colgadores, cedazos, estropajos!”.(Garzón, 2008).
El señor Méndez: negocio de abarrotes (calle 78 entre las carrera 61 y 62)
“El señor Méndez era muy amable, respetuoso y atento con sus clientes. Fue una persona muy querida en el barrio Las Ferias por su forma de ser” (Garzón, 2008: 52). Parecía un indígena. Era moreno y muy alto, manos grandes y pies anchos. Se vestía con un sombrero café y un pantalón café que le quedaba tan corto que se le veían los talones. Usaba una camisa oscura y encima una blusa de jean color café, larga, que parecía un abrigo. Vendía granos, velas de sebo, lazos, cucharas de madera, comida de gallinas, alcohol, petróleo, alpargatas etc.
Otros personajes
Cuando el parque todavía era un espacio para la diversión de todos, los niños iban a jugar en unas atracciones que estaban cerradas con cadenas. El señor Rodríguez era un policía que se encargaba de abrir los juegos y de controlar la entrada:
Por ejemplo el parque las ferias tan grande y tan bonito que era, lleno de árboles y chévere era, sembradas las matas. Venía un policía que se llamaba el señor Rodríguez, no me acuerdo qué días era que él venía, pero él venía por las tardes, abría... los juegos eran con cadenas y les quitaba la cadena y todo el mundo hacía fila y montaban en columpio, las balanzas...en la rueda…el rodadero, nadie peleaba con nadie” (Julio César Amado).
Personajes famosos o reconocidos fuera del barrio
Álvaro Gómez pasó de ser un niño que jugaba con balón de cuero en las calles del barrio Las Ferias, a pertenecer a equipos de fútbol profesional como Millonarios y Once Caldas. Entrenó en el Fostra (las 12 canchas de fútbol que quedaban en los potreros donde hoy es Metrópolis), luego pasó a las divisiones infantiles y juveniles y finalmente debutó contra el Junior en 1975. (Garzón, 2008: 54).
Fue asesinado el domingo 6 de abril de 1977 a la edad de 26 años. Antes de aparecer con varios disparos, había estado con el Enano, a quien el mismo Álvaro había acusado de ser el autor de un robo que había sucedido en su casa tiempo atrás:
A él lo mataron porque cuando el Club de Millonarios era aquí por la 80, en la... en La Palestina, a él se le metieron los ladrones y lo robaron...o sea, le robaron la sudadera, le robaron unos zapatos... ¡bobadas! Pero él sabía quién era, quién había sido y un día se los encontró y los trató mal y entonces que no, que Alvarito que nosotros espere... y les dio confianza, se emborracharon y lo mataron. (Julio César Amado).
Fue velado en la parroquia San Joaquín. Mucha gente asistió al entierro; los jóvenes faltaron a la escuela y había tanta gente que hasta se subían en los árboles poder ver. (Garzón, 2008; 54).
Otros personajes que eran del barrio y alcanzaron grandes logros fueron: Alberto Ruiz, El Novillero del año, Julio César Herrera, el conocido Fredy de la telenovela Betty la Fea y Omar Zapata, el Ciclista “que inclusive ahí en el Salón Social -se llamaba Salón Social Las Ferias- hacían fiestas para mandarle plata cuando estaba en la vuelta a Colombia.” (Julio César Amado).